Durante la Segunda Guerra Mundial, Sicilia se convirtió en un punto de incuestionable valor estratégico.
William Martin era un oficial naval británico, nacido en Cardiff el año 1907. Su vida era aparentemente normal: le gustaba fumar, ir al cine, y tenía una novia llamada Pamela. Durante la Segunda Guerra Mundial, un accidente aéreo lo precipitó a las frías aguas del Mar Mediterráneo, en donde encontró la muerte en 1943.
Esto era, al menos, lo que los alemanes tenían que creerse, ya que en verdad William Martin nunca existió: sólo era el protagonista imaginario de una delicada operación militar. El «padre» de Martin fue Ewen Montagu, un oficial del Servicio de Seguridad británico.
El capitán de la RAF Charles Cholmondeley de la sección B1(a) del MI5 no Sir Archibald Cholmondeley, como se dice en algunos relatos tuvo la idea de lanzar un transceptor de radio en Francia con un cadáver, como supuesto operador, al que se le pondría un paracaídas mal abierto, con la idea de proporcionar a los Aliados una fuente de desinformación contra los alemanes, para poder así atacar una resistencia alemana menor. El plan se dejó de lado por impracticable; sin embargo, la idea fue recuperada pocos meses más tarde por el capitán de corbeta Ewen Montagu, un oficial de inteligencia naval miembro del «Comité de los Veinte» (un grupo que dirigía una rama del MI5 especializada en el contraespionaje, operaciones de engaño y desinformación), que consideró que la idea tenía muchas posibilidades, y rápidamente empezó a estudiar los detalles del engaño.
Lo primero que hizo su equipo fue considerar qué tipo de documentos llevaría un hombre que falleciese por accidente de la apertura del paracaídas, según la propuesta de Cholmondeley.
Como los alemanes sabían que los Aliados nunca enviaban documentación sensible en los vuelos sobre territorio enemigo, decidieron que el hombre sería víctima de un accidente de aviación en la mar. Esto sería una explicación de por qué llevaría varios días muerto en el mar, al mismo tiempo que resolvía el problema del alto nivel de clasificación de los documentos. Ahora solo faltaba un nombre clave para la operación. Con el característicamente macabro sentido del humor de Montagu, la operación recibió el nombre de «Mincemeat» («Carne picada»).
De la manera más discreta posible, localizaron el cuerpo de un hombre de 34 años muerto recientemente por una neumonía producida químicamente por ingestión de raticida. No hablaron con la familia de la operación ni solicitaron permiso para ello, sino que obtuvieron el cuerpo por mediación del encargado de la morgue del hospital St. Pancras. Como el hombre había muerto de neumonía, el fluido en los pulmones concordaba con el hecho de que hubiese permanecido en el agua mucho tiempo.
El paso siguiente era establecer una «leyenda» o falsa identidad. El comandante Martin de los Royal Marines, William Martin, capitán eventual habilitado como «comandante», nacido en Cardiff, Gales, en 1907, y destinado en el Cuartel General de Operaciones Combinadas.
Para dar más credibilidad a la historia, le inventaron una novia que se llamaba Pam, en realidad, una funcionaria del MI5, completándolo con fotos y cartas de amor. Entre sus pertenencias se incluyó un juego de llaves, entradas de teatro recientes, una factura de alojamiento de su club de Londres, etc. Para reforzar el engaño, Montagu y su equipo decidieron insinuar que era algo descuidado, con facturas sin pagar, una tarjeta de identidad duplicada para reemplazar la que había perdido, un pase caducado del Cuartel General de Operaciones Combinadas que se le había olvidado renovar y una airada carta de su banco.
Además, en una jugada maestra de psicología inversa, la carta indicaba que se estaban elaborando planes para engañar a los alemanes y convencerlos de que el desembarco se haría en Sicilia. Esto debía dar la impresión a los alemanes de que se enfrentaban a fuerzas lo bastante potentes para efectuar dos grandes operaciones simultáneas y que tendrían lugar lejos de Sicilia, obligándolos a dispersar sus fuerzas para enfrentarse a la amenaza.
El comandante Martin fue puesto en un contenedor estanco y sellado conservado en hielo seco y vestido con su uniforme de Royal Marines. Cholmondeley y Montagu alquilaron un coche para entregarlo en Holy Loch, Escocia, y lo embarcaron en el submarino británico HMS Seraph.
El comandante Martin fue puesto en un contenedor estanco y sellado conservado en hielo seco y vestido con su uniforme de Royal Marines. Cholmondeley y Montagu alquilaron un coche para entregarlo en Holy Loch, Escocia, y lo embarcaron en el submarino británico HMS Seraph.
Montagu había preparado esto con el almirante Barry, que tenía los submarinos bajo su mando. Barry sugirió el Seraph, que en ese momento estaba disponible.
El 19 de abril de 1943 el Seraph navegó hasta una posición una milla al sur de Huelva. Se decidió por dicha localización porque España, aunque oficialmente neutral, simpatizaba con las potencias del Eje y estaba repleta de agentes de la Abwehr. También se sabía que en Huelva había agentes alemanes muy activos y que tenían muy buenos contactos con las autoridades españolas. Después, abrieron el contenedor, pusieron el chaleco salvavidas al comandante Martin y le ataron el maletín con los documentos. Posteriormente rezaron el salmo 39 y pusieron suavemente el cadáver en el agua para que la corriente lo arrastrase hacia tierra firme.
Foto: Enrique Conde, CC BY-SA 3.0, via Wikimedia Commons
El cuerpo fue descubierto a las 07:30 por un pescador de Punta Umbría de origen portugués, José Antonio Rey María, en la playa de El Portil, que lo llevó al puerto e informó a las autoridades españolas. La Abwehr local, representada por el técnico en agricultura alemán Adolf Clauss, tuvo conocimiento inmediato del descubrimiento.
A los tres días, el comité recibía un telegrama del agregado naval con la noticia del descubrimiento del cadáver. El cuerpo del comandante Martin fue entregado al vicecónsul británico F. K. Hazeldene y fue enterrado con honores militares el 4 de mayo en el cementerio de Huelva. Se informó de que el hombre había caído al agua con vida, que no tenía golpes, que había muerto ahogado y que el cuerpo estaba en el agua desde hacía entre tres y cinco días.
Para reforzar el engaño, se mandaron una serie de mensajes urgentes del Almirantazgo al agregado naval británico en Madrid pidiéndole la devolución a cualquier precio de los documentos encontrados con el cuerpo, debido a su contenido altamente sensible, para alertar a las autoridades españolas sobre su importancia. Los documentos fueron devueltos el 13 de mayo, asegurando que no faltaba nada. Pero antes los alemanes habían oído hablar del descubrimiento de los documentos y, no sin cierta dificultad, el agente local de la Abwehr consiguió hacerse con ellos. Los alemanes abrieron cuidadosamente el maletín y fotografiaron todo su contenido. Después, el maletín fue entregado a los británicos por las autoridades españolas. Las fotografías se enviaron urgentemente a Berlín, donde fueron evaluadas por la inteligencia alemana.
Cuando el cuerpo del comandante Martin fue devuelto y se comprobó la documentación, los británicos vieron que había sido leída y vuelta a guardar cuidadosamente. Debido a dicho engaño, los buques patrulleros, minadores y dragaminas asignados a la defensa de Sicilia se mandaron a otros lugares. Como resultado, la conquista de Sicilia encontró relativamente poca resistencia y se completó el 9 de agosto.
El hombre al que se conoció como «comandante Martin» sigue enterrado en el cementerio de Huelva. En 1996 un historiador aficionado llamado Roger Morgan encontró evidencias de que Martin fue un alcohólico vagabundo galés llamado Glyndwr Michael que murió por ingerir veneno para ratas, aunque no se sabe cómo ni por qué lo ingirió.
La lápida del cementerio de Huelva lleva el nombre de «William Martin» quien, con su muerte, salvó miles de vidas y cambió el curso de la guerra. Posteriormente se ha añadido el nombre de Glyndwr Michael como reconocimiento a su labor.
En cuanto a Ewen Montagu, por su participación en la «Operación Mincemeat» se le concedió la Orden del Imperio Británico. En 1953 escribió un libro sobre la operación titulado El hombre que nunca existió que fue llevado al cine poco después.
Visita la Tumba de William Martin en el Cementerio de la Soledad de Huelva.
Horario de verano:
Lunes a domingo: 08:00 – 20:30 h.
Horario de invierno:
Lunes a domingo de 08:00 – 19:00 h.
Puedes reservar una vista turística al Cementerio de la Soledad el tercer sábado de cada mes en la web www.platalea.com