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El devenir histórico de Huelva viene marcado por el auge de los conocimientos marinos encabezados por los marineros de la provincia en la era moderna; la capital se convierte por sus lazos con el mar, en protagonista de la gesta del descubrimiento de América en 1492. El Barroco deja sobre estructuras mudéjares y renacentistas la imagen actual de los edificios religiosos que se conservan la ciudad, entre ellos, el convento de la Merced merece especial atención por su excepcionalidad tanto por su emplazamiento en los arrabales de la villa, como por la fecha de comienzo de su construcción, en 1606.

Aunque, en 1833 y fruto de la nueva demarcación de España, Huelva pasa a ser la capital de la provincia que lleva su nombre, no sera hasta la llegada de los ingleses con la venta de las Minas de Riotinto cuando se modifique el plano urbano. Interrumpiéndose a partir de entonces la vocación marinera de la ciudad, forzándola a dar la espalda al mar, volviéndose a los aledaños de los cabezos, dando lugar a barrios aislados, fruto de un crecimiento discontinuo
 
Un conjunto de casas modernistas, adorna el recorrido por las que fueron calles principales en un momento crucial cuando se consigue el máximo auge de las explotaciones mineras de Riotinto y Tharsis, la población se triplica y las nuevas construcciones dan una curiosa peculiaridad con determinadas influencias foráneas que le proporcionan un aire exótico, que difícilmente se advierte en otras capitales andaluzas.
 
Por todo ello, el proceso histórico constructivo ha sido de gran relevancia en nuestra ciudad y de enorme interés por su peculiaridad y características originales.