En 1492 no sólo se descubrió un mundo que no aparecía en la Biblia, también cambió la dirección de la eterna influencia de oriente a occidente. El baile no pudo escapar del ADN, germinándose el futuro dancístico de la conquista y colonización. El jondo es fruto de infinitas Idas y Vueltas y su baile el espejo más universal.