A escasos minutos de la capital se encuentra el Paraje Natural de las Marismas del Odiel. Declarado Reserva de la Biosfera por la Unesco en 1983, constituye una de las mayores extensiones de marismas de España, con gran diversidad de especies animales y vegetales.
El encuentro del mar con las desembocaduras de los ríos Tinto y Odiel, moldea el entorno creando espacios como islas, playas, lagunas o suelos fangosos. La oscilación de las mareas hace que se inunden o emerjan alternativamente algunos de estos hábitats.
Marismas del Odiel es un enclave estratégico para las aves en sus rutas migratorias entre Europa y África. Más de 250 especies, muchas de ellas en peligro de extinción, pueden avistarse en el paraje. Entre las más representativas están el flamenco, la espátula, la garza y el águila pescadora. Además de aves, la zona alberga una de las mayores colonias del sur de Europa de camaleones y hasta una especie endémica de mariposa, sólo descrita en Marismas del Odiel.
Las salinas de Marismas del Odiel aprovechan la evaporación natural del agua marina para la producción de sal.
Las salinas de Marismas del Odiel aprovechan la evaporación natural del agua marina para la producción de sal.
El marisqueo, la apicultura y la pesca son otras de las actividades sostenibles que el hombre ha realizado tradicionalmente en unos territorios que han visto el paso de numerosas culturas. Se cree que la antigua ciudad de Tartessos se asentó por estos parajes. De los romanos quedan restos de piletas de salazones de pescado y, de los musulmanes, un yacimiento arqueológico en la isla Saltés. Se trata de una importante ciudad que fue capital de un reino taifa en los siglos X y XI.
Antiguamente consideradas como insalubres, las marismas son ecosistemas de gran importancia en el equilibrio climático. Nutren los terrenos mediante la retención de sedimentos y minimizan los efectos de inundaciones y sequías, ya que actúan como grandes esponjas, almacenando el agua de las lluvias en invierno y liberándola en las temporadas más secas.